La maleta de Rocío Plúas

por Daniela de la Fuente García

         

        La maleta de Rocío Plúas lleva consigo la reflexión y confrontación sobre un mundo ya conocido y aquel que está por descubrirse; esos mundos que la migrante y artista debe hacer frente en el comienzo de una obra, en la exploración de aquel país de acogida hasta entonces incierto. Las historias, experiencias, influencias y afectos se vuelven equipaje para su andar y crear. Gracias a éste, puede comparar, interpretar, valorar, cambiar o mejorar lo ya establecido y lo nuevo que va descubriendo durante su travesía creadora y migratoria. Los contrastes de los territorios que va recorriendo le invitan a parar un poco y cuestionarse sobre los diálogos que establece la persona migrante, las dinámicas interculturales y la presencia de la mujer en la sociedad. La parcialidad con la que está cercana y lejana a la vez de los vínculos que ha ido trazando en el camino, permite que su obra oscile en el vaivén de historias que duelen y se reconfortan en una horma de zapato, de momentos que se olvidan y se recuerdan en un sobre aéreo, o de relatos aparentemente antiguos que se hacen inevitablemente actuales en una muñeca de plástico.

       En su recorrido no existen fronteras, pues Plúas no cree en ellas, aunque sospecha de la existencia de una puerta que separa un “adentro” de un “afuera”, es la puerta de la no integración, de la soledad, de la no aceptación y de la marginalidad que las primeras miradas de las personas que migran tienen al llegar a un nuevo espacio. Sin embargo, los límites de su obra se desbordan en el impulso por atreverse a buscar algo nuevo, a vivir en el umbral de lo conocido y desconocido para narrar en cada pieza la vitalidad del movimiento y la libertad con la que el arte desvanece los lindes.

    Maleta de allí y de acá, de lo que ha sido y de lo que es. La abre y cierra tantas veces como sea necesario para atravesar el territorio de la confusión, el caos y la desidentificación que los procesos migratorios y creadores suelen ocasionar. Se nutre de lo incierto y lo aprovecha a su favor entrenándose con nuevas posibilidades que transforman su territorio y la paleta de colores que habla a gritos sobre los estados emocionales explorados. Dentro, debajo, encima, en el asa, en las vestiduras, en todas partes de su maleta está impregnado lo femenino que expresa y traspasa cualquier contenedor para dar voz a la mujer que migra, se transforma, se reconcilia con lo dejado atrás y con el presente para alcanzar la máxima expresión cuando logra dar el toque con lo propio y lo adquirido.

       Rocío Plúas nos invita a través de sus obras a que nos desplacemos hacia un espacio en el cual cuestionemos qué sucede con la mujer, con la y el migrante, con la y el artista migrado, con la maleta que cada uno está dispuesto a transformar en la migración que se va viviendo a través del arte.

 
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